sábado, 31 de mayo de 2008
La llamada
Es una tarde de primavera, primavera rara: el sol juega al escondite entre nube y nube. A ratos deslumbra, a ratos llueve.
El teléfono descansa sobre la mesa, parado, marcando las horas, lento. Cualquier sonido me hace desviar la mirada hasta la pantalla, confundiéndolo con la vibración. Al otro lado pendes tú, sumergido en tus asuntos, a este lado
yo, esperándote, deseando escucharte.
Trato de centrarme en una canción, en una lectura, en hablar con más gente, pero entre todo te cuelas tú, tú y tú. Las canciones hablan de ti, de tus miradas, de tu forma de hablar, de pensar, cualquier anécdota sobre ti, se antepone a cualquier cosa.
Pronto me distraigo, una lectura empieza a alejarte de mí. Me meto en el texto, atravieso la barrera del papel y soy otro, en otra historia, con otros sentimientos. Entonces algo empieza a moverse en el mundo real. Un sonido de carraca y las luces parpadean.
Es el teléfono y tu nombre en la pantalla
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